Quiere ser. No quiere ser. Quiere ser a medias. Quiere todo. No quiere
nada. Tiene, no tiene. Sabe, no sabe. Piensa, no piensa. Habla, no
habla. Está indecisa. No sabe que hacer. Bueno, mejor dicho, no tiene ni
puta idea de que hacer. De que pensar, de que querer, de que sentir. No
tiene ni puta idea de nada. Y espera. Espera algo que le haga darse
cuenta de que es lo mejor, espera alguna señal que le ayude a tomar el
camino correcto, el ideal, el que le lleve hasta esa gran desconocida
llamada felicidad. Pero, lo que no sabe, lo que ella desconoce es que
nadie va a decidir por ella. Que no hay un camino trazado para ser
feliz. Que las cosas no son fáciles. Que no hay hadas madrinas ni
príncipes azules. Ella no sabe que la felicidad no se vende con unos
pantalones en Zara.
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