domingo, 19 de mayo de 2013

Muy frecuentemente las lágrimas son la última sonrisa del amor.

 Un día más el reloj de mi habitación va dando lugar a un anochecer, las primeras farolas empiezan a encenderse y el silencio poco a poco va inundando todo lo que me rodea.

Hoy vuelvo a mirar esa estrella, la que un día miramos juntos, esa estrella que un día nos unió y ahora es la única cómplice de lo que un día fuimos.

Mi mente no habla, sólo se dedica a sentir, a escuchar el silencio de una noche solitaria llena de recuerdos perdidos en algún lugar del mundo contigo, intento describir en vano el sonido que me inunda, ese sonido que un día describimos como solo sabíamos tu y yo, pero el resultado es una lágrima, una lágrima que poco a poco se desvanece por mi mejilla y que termina en mi boca, así un día más saboreo el dolor, la tristeza, la melancolía.

Algo me llama la atención, las primeras gotas han empezado a chocar contra la ventana, es curioso que en plena primavera, hasta el día sepa cómo me siento. Al compás de la lluvia mis ojos se inundan de sentimientos, sentimientos que salen de mi cuerpo para ser enterrados en algún lugar de estas cuatro paredes que me rodean.

Cada lágrima es un desgarro que me mata, la lluvia empieza a ser más fuerte, al igual que mi llanto, siento que sólo tú puedes calmar mi ansia.

La lluvia ha parado al igual que mi vida, y tengo miedo de sentir lo que siento.


La huella de un sueño no es menos real que la de una pisada.

Un espectacular momento de luz celestial, una efímera luz de la eternidad que en un instante se va.

Es lo que hacemos todos: nos lanzamos, y esperamos poder volar. Porque si no es así, caeremos como piedras. Y durante la caída nos preguntamos: ¿se puede saber por qué he saltado? Pero aquí estoy, cayendo. Y sólo hay una persona que puede hacerme creer que vuelo: y eres tú.

Hay que haber vivido un poco para comprender que todo lo que se persigue en esta vida sólo se consigue arriesgando a veces lo que más se ama.

En mi opinión, lo mejor que puedes hacer es buscar una persona
 que te quiera exactamente tal y como eres, 
de buen humor, de mal humor, fea, guapa, atractiva... 
Como sea. 
La persona ideal seguirá perdiendo el culo por ti. 
Esa es la clase de persona que merece la pena.


En la vida hay algo seguro aparte de la muerte y de los impuestos, por mucho que te esfuerces, por muy buenas que sean tus intenciones cometerás errores, harás daño y te lo harán a ti y si quieres recuperarte solo puedes hacer una cosa...

Perdonar y olvidar, es lo que dicen. Es un buen consejo pero no es muy práctico, cuando alguien nos hiere deseamos herirle, cuando alguien nos trata mal queremos tener razón, sin perdón las cuentas pendientes no quedan saldadas, las heridas no cicatrizan, lo máximo que podemos esperar es que algún día tengamos la suerte de olvidar.


La vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en saber elegir lo que debe olvidarse. ¿No crees?

la melancolía es la felicidad de estar triste.

Cuando somos felices no nos damos cuenta, eso también es injusto. Deberíamos vivir la felicidad intensamente y tendríamos que poderla guardar para que en los momentos en que nos haga falta pudiéramos coger un poco, del mismo modo que guardamos cereales en la despensa o recambios de papel higiénico por si se acaba.
Limitarse a seguir el procedimiento de rigor no es suficiente. Es la diferencia que hay entre tocar simplemente las notas correctas en el piano e interpretar la melodía con todo corazón dejando que fluya de ti.

Es necesario diferenciar las cosas: lo que siempre existe sin haber nacido, y lo que siempre está comenzando sin jamás llegar a ser.