Hoy
vuelvo a mirar esa estrella, la que un día miramos juntos, esa estrella
que un día nos unió y ahora es la única cómplice de lo que un día
fuimos.
Mi
mente no habla, sólo se dedica a sentir, a escuchar el silencio de una
noche solitaria llena de recuerdos perdidos en algún lugar del mundo
contigo, intento describir en vano el sonido que me inunda, ese sonido
que un día describimos como solo sabíamos tu y yo, pero el resultado es
una lágrima, una lágrima que poco a poco se desvanece por mi mejilla y
que termina en mi boca, así un día más saboreo el dolor, la tristeza, la
melancolía.
Algo
me llama la atención, las primeras gotas han empezado a chocar contra
la ventana, es curioso que en plena primavera, hasta el día sepa cómo me
siento. Al compás de la lluvia mis ojos se inundan de sentimientos,
sentimientos que salen de mi cuerpo para ser enterrados en algún lugar
de estas cuatro paredes que me rodean.
Cada
lágrima es un desgarro que me mata, la lluvia empieza a ser más fuerte,
al igual que mi llanto, siento que sólo tú puedes calmar mi ansia.
La lluvia ha parado al igual que mi vida, y tengo miedo de sentir lo que siento.
La huella de un sueño no es menos real que la de una pisada.