Con cada vaso de alcohol acabas con cientos de células, pero eso no importa mucho, tenemos millones. Primero mueren las del silencio y todo lo dices en voz alta aunque no haya ninguna razón, aunque no tengan sentido, no importa, porque después mueren las de la gilipollez y hablas con inteligencia. Y, por último, las células de los recuerdos... Esas, esas son las difíciles de matar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario