lunes, 16 de julio de 2012

Con cada vaso de alcohol acabas con cientos de células, pero eso no importa mucho, tenemos millones. Primero mueren las del silencio y todo lo dices en voz alta aunque no haya ninguna razón, aunque no tengan sentido, no importa, porque después mueren las de la gilipollez y hablas con inteligencia. Y, por último, las células de los recuerdos... Esas, esas son las difíciles de matar.

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