domingo, 30 de septiembre de 2012

Desperté una mañana más, después de una noche entre lágrimas, como llevaba haciendo días atrás. Tú ya no estás, y yo ya no estoy contigo. Los días no podían ir peor, ya no sonreía, era imposible después de todo, mi mirada no expresaba nada bueno, só lo rezaba porque fuera todo mentira, que fuese una pesadilla y a la mañana despertase sólo con un pequeño susto en el cuerpo. Pero yo sabía que lo que estaba ocurriendo era la oscura realidad. Entonces empezó el golpe de suerte. Como de casualidad. Sacando sonrisas de la forma más tonta, después de este tiempo. Sabía lo que estaba pasando en ese momento. Sonrisas que alegran los días más oscuros.





"Le cuesta sonreír, pero al menos ya no llora".

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