Eres tú. Siempre. Eres tú, que pasas por mi vida y dejas un sabor agridulce. A veces eres risa y otras veces eres llanto. Eres tú, que sonríes y los ojos se te ven más verdes. Eres tú, que haces que afine mi puntería con dardos venenosos, mientras entierro el corazón en el olvido y lanzo los dados del destino.
Eres tú el que hace que me alegre cuando las cosas van mal. Contigo y con ella. Siempre ella. Yo soy la otra. Y te miro de lado, con la sonrisa pintada y el alma acorazada, me convierto en hielo mientras tú ardes.
-¿Es egoísta de mi parte el querer que sea sólo para mí?
La voz fue sólo un murmullo, suave y aterciopelado,
que se fundió con el aire.-Sí, lo es-respondió la vocecita de su cabeza.-¿Por qué?
-Porque es de ella, siempre lo ha sido. Y tú lo sabes.
Pero no por eso la certeza dejaba de doler
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